Pablo Escobar en la catedral

Veamos el episodio de la historia colombiana que he titulado Escobar en La Catedral.

La catedral era inicialmente un finca,en una vereda de Envigado donde se hizo construir una cárcel municipal especial para los narcotraficantes (un verdadero campamento para centralizar su mando e influencia). Estratégicamente hablando el predio no tenía comparación: De frente solo podía llegarse por una vía destapada (no se podía llegar a alta velocidad) y por la parte posterior, había un bosque y una cañada (que pudiera dificultar el acceso de sus enemigos y en un momento dado facilitar su fuga).Al quedar en un sitio alto, podían divisar los vehículos que se acercaran al perímetro gracias a un teleobjetivo.

A Escobar y sus hombres, la cárcel de Itagüi no les llamaba la atención porque al parecer de ellos era muy insegura y pudiera estar en juego sus vidas.

Pablo Escobar y sus hombres se entregarían el 19 de junio de 1991, justo después que la constituyente prohibiera la extradición de colombianos, que (un helicóptero lo recogería en El Poblado), acompañado del sacerdote Rafael García-Herreros y Alberto Villamizar (quien había organizado su entrega, ayudado por los Ochoa, debido a que le tenían familia secuestrada los del grupo de Escobar); lo esperaba Carlos Gustavo Arrieta Padilla (procurador general de la nación) y otros funcionarios del estado, siendo ministro de justicia Jaime Giraldo Angel y presidente Cesar Gaviria Trujillo. De pretender que se le tratara como un delincuente político, aceptó ser tratado como un narcotraficante, al menos sobre el papel.Iba con una barba de varios días y una cachucha; vestía un jean (denim) desteñido, tenis y una camisa a cuadros. Portaba un arma pequeña que procedió a entregar.

Se dice que solamente estuvo presente en la entrega un periodista, Luis Alirio Calle, por voluntad del Señor Escobar.

Escobar y sus lugartenientes (*) controlaban gran parte de la seguridad de este recinto y habían logrado inclusive que un par de vehículos ingresaran allí sin ser requisados por el personal de seguridad de la prisión: uno de ellos era un camión Mazda y otro un campero. De esta forma se entrevistaba con quien deseara de manera personal. De 40 guardias, la mitad eran antioqueños y eran elegidos por El Capo.

Disponía así mismo de computadores, faxes, teléfonos y beepers. Pero eso no era todo, habían lujos, armas y autonomía de movimientos dentro del presidio. Y como si fuera poco, estaban custodiados y defendidos por el Estado frente a cualquier posible amenaza contra sus vidas, fuere por tierra o por aire. La fuerza pública tenía vedado ingresar al interior de la cárcel como tal.
Había un pelotón del ejército en la carretera que de El Salado llevaba a la vereda La Catedral, que organizaba retenes móviles en esa ruta entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde.

Un primer círculo de seguridad incluía una malla electrificada que cuidabael ejército, uno más, provisto por los guardianes de la cárcel

Otro pelotón se encargaba de cotejar las huellas y los documentos de identidad de quienes ingresaban al presidio, así como de llevar un registro escrito de los mismos; así mismo de evitar un ataque aéreo a la reclusión, operando una ametralladora punto 50 y custodiar el perímetro boscoso de la cárcel.

Allí recibiría mucha visitas de personajes importantes de la farándula, el deporte y la política, como Pedro por su casa. Desde allí escribiría un libro donde anexó muchas fotos.

Resulta curioso detallar que Escobar no solo determinó dónde sería encarcelado sino que hizo cambiar las leyes para ser juzgado, hasta qué punto tendría influencia en el ámbito político nacional. Su abogado, Guido Parra, desde 1989, había acordado con el alcalde de Envigado su construcción pensando en este tipo de escenarios.

*Roberto Escobar Gaviria,John Jairo Velásquez Vasquez (Popeye),Valentin Taborda, Luis Carlos Aguilar Gallego (el mugre), Otoniel Gonzalez Franco (Otto), etc.


Bibliografía consultada


Mercaderes de la muerte. Edgar Torres Arias. Intermedio editores Círculo de lectores, Santafé de Bogotá 1995.
Crónicas que matan. María Jimena Duzán. Tercer mundo editores, primera edición diciembre de 1992.
Salazar Alfonso. La Parábola de Pablo.Auge y Caída de un gran capo del narcotráfico.Editorial Planeta. 2001

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