Caballero y Gongora, arzobispo

Antonio Caballero y Góngora fue nombrado arzobispo de Bogota; el Rey comunicó la noticia al Cabildo eclesiástico respectivo el 19 de septiembre de 1777, mientras que el recién nombrado arzobispo hizo lo propio el 1 de enero de 1778. Las bulas correspondientes a este nombramiento se expidieron el 14 de diciembre de 1778, en tanto las ejecutoriales están fechadas del 16 de febrero de 1779.
Don Antonio Caballero y Góngora desembarca en Cartagena el 29 de junio de 1778 y arriba a la capital del virreinato de Nueva Grananda el 5 de marzo de 1779. Se toma unos días de descanso y el 24 de marzo de ese mismo año, toma posesión del gobierno del arzobispado, en persona del deán don Francisco Javier de Moya y Vascones (por cuanto aun no habían llegado las bulas). Pero fue el 23 de mayo de 1779 cuando Caballero y Góngora, toma posesión real, actual y corporal del arzobispado.
Dentro de las labores destacadas de su ejercicio arzobispal, se destacan:
1- ) Ereccion de los obispados de Cuenca y de Merida.
2- ) Elaboración del proyecto de erección del obispado de Antioquia.
3- ) Petición para que el obispado de Panama fuese sufragáneo de Santa Fe y no de Lima, considerando la distancia geográfica tan acusada.
4- ) Solicitud para que el obispado de Quito, la igual que el anterior también dependiera de Santa Fe y no de Lima.
5- ) Intencion de celebrar un concilio Provincial para reformar la dsiciplina eclesiástica, que tampoco fue posible.
6- ) Disenciones de los capítulos provinciales, debido a las elecciones de provinciales cada cuatro años, sobre lo cual el arzobispo emitió correctivos.
7- ) Fomento de las misiones, como los de los llanos de Casanare, San Martin, Caqueta y Putumayo.
8-) Creación de una silla de manos para la capilla del Sagrario (1781)
9- ) Ordenaciones sacerdotales, entre las cuales destacamos: 26 de julio de 1779, Fernando Caicedo y Flórez, Fernando Buenaventura del Castillo; 1781?, Juan Eloy Valenzuela y Mantilla; 17 de junio de 1781, Domingo Tomás de Burgos Villamizar; en tunja, 16 de marzo de 1782, Andrés Rosillo y Meruelo; en Tunja, 21 de abril de 1782, Antonio de León y Acero; 14 de marzo de 1784, Juan Nepomuceno Escobar Torres.
10- ) Nombramiento del primer obispo auxiliar de Bogota (1783), don José Manuel María de Carrion y Marfil.
11- ) Primer obispo de Cuenca del Ecuador (agosto de 1785), José Manuel María de Carrion y Marfil.
12- ) Insurrección de los Comuneros (1781-1784). Tendemos a estigmatizar a don Antonio Caballero y Góngora por su presunta traición y violación de las capitulaciones firmadas con los comuneros, pero, es importante aclarar que el señor Caballero y Góngora actuaba en ese tiempo tan solo como Arzobispo, ya que el virrey en propiedad era don Manuel Antonio Flórez, luego lo sería Juan de Torreazar Díaz Pimienta. Pero, ¿Cuál es la conexión argumental entre estas dos afirmaciones? Sencillo, que quien debía aprobar o improbar en ultima instancia el articulado de las capitulaciones no era el arzobispo sino el virrey y quien estaba de turno al frente del virreinato las desconoció[1].[2] Y, ¿qué pensaba del alzamiento de los comuneros, el arzobispo Caballero y Góngora?
“Abrumados estos moribundos vasallos con tan pesada carga, no pueden ya llevarla sin la costa de acabar de perder sus débiles haciendas y trabajosas vidas. Yo soy testigo de esta lástima, pues arrancadas del todo la mayor parte de raíces para cumplir con las contribucioens de hoy, quedan sin sangre para poder satisfacer las de mañana, y esto aun aliviándoles la franca disposición de mis graneros, que abiertos siempre que tienen que guardar, aun no bastan para remedio de tantas necesidades. No poco ayudan al aumento de ella los Ministro inferiores que V. M. tiene destinados para el recobro de estas rentas, por que todos observantes y nada compasivos pretenden labrar sus aciertos a costa de rigurosas y atropelladas resoluciones.”
Ahora bien, mirando el texto de las capitulaciones se da uno cuenta que los criollos efectivamente desde esa entonces (y no como personalmente creía, que era a partir de 1810 que desaban los cargos de los españoles y sus cuotas de poder) lo que querían era participación burocrática (pues, a ver, obvio que en primera instancia justifican su movimiento con aquello de menos tributos [3]).
Leyendo además una misiva enviada por don Antonio Caballero y Góngora al Ministro José Galvez, fechada del 20 de junio de 1781 percibo ciertas cosas que antes no veía: Por ejemplo, que dentro de los mismos comuneros no había consenso ni unidad ideológica, que la posición de Berbeo como líder de los amotinados era extremadamente frágil, que la presencia del arzobispo en primera instancia no fue bien vista y generó animadversiones entre el pueblo. O que eran alrededor de unos 16.000 comuneros sin contar a los indios, “a quienes miraban con desprecio”. (¡Qué horror! Y nos asustamos que en nuestro presente se los trate con distancia y desdén, a ellos, fuente primaria de nuestra sangre actual). Pero sobre todo, que aprovechándose de su preparación, decide el señor arzobispo, valerse de la división interna para lograr sus propósitos de concertación y estipulación de unas capitulaciones. Como quien dice, les imponemos las condiciones y la tramitología para acceder a sus demandas, los traemos a nuestro campo y los controlamos. Porque de lo contrario, las masas enfurecidas solo habrían consentido en ir hacia la capital, sacar corriendo hasta el mismo arzobispo e imponer su ley en el virreinato.

Luego de firmadas las capitulaciones el señor Caballero y Góngora se fue a recorrer la zona “afectada” en misión pastoral, para aplacar del todo los ánimos vocingleros hasta el mes de mayo de 1782 que regresó a Bogota.
Caídas las capitulaciones (declaradas nulas) ya el señor arzobispo con sus oficios píos que apelaban a las escrituras y a la obediencia al soberano, al sometimiento por voluntad divina y esos embustes, tenía dopado “al ignorante pueblo” (como el mismo se expresa de los comuneros en su Relación de mando) para renunciar voluntariamente a los privilegios obtenidos.

El virrey Flórez había hecho llegar tropas a la capital y dio inicio a su venganza, dando lugar al suplicio de Galan y sus compañeros (1782), sentencia reprobable por la crueldad tan notoria, sobre todo venida de cristianos y cultos personajes, amantes de la justicia, el perdóny las buenas maneras. La historia declara que efectivamente fueron crueles, despiadados, bárbaros y retrógrados en sus actos de “justicia”. Junto a los cadáveres de Galán y sus compañeros, el franciscano fray Raimundo Acero dio una plática didáctica, para “justificar” piadosamente estos actos primitivos de los españoles y la clase dominante. Su charla se llamó, “premios de la obediencia: castigos de la inobediencia”.

Leer también: Caballero y Gongora Antonio, juventud; Caballero y Gongora obispo;Jose Antonio Galan; Comuneros del Socorro, bicentenario de la independencia.
[1] El 7 de junio de 1781 hubo acta de aprobación y juramento de las capitulaciones por el Real Acuerdo y Junta de Tribunales, pero también ese dia hubo un acta secreta contra la capitulaciones firmadas por los mismos señores donde manifiestan haberse visto presionados por la cantidad de insurrectos que amenazaban con tomarse la capital del virreinato, “bajo el seguro concepto de su nulidad”. ¿Perjurio? ¿O es acaso más grave la declaración hecha el 6 de junio por don Eustaquio Galavis Hurtado, Comisionado de la Real Audiencia y alcalde de Bogota, retractándose individualmente de lo mismo que se retractarían sus colegas un dia después?
El 8 del mismo mes y año se firmaron y juraron por parte de los comisionados de la Real Audiencia en Zipaquirá y el 15 de junio de 1781 fueron promulgadas en Santa Fe.
Pero el Virrey Florez, desde Cartagena, escudado en el “Derecho de gentes”, dijo que las capitulaciones eran nulas debido a la violencia y a la imposición de las mismas, a que muchos de los artículos eran contrarios y derogatorios de la soberanía.
[2]Pero que quede claro: no hay pruebas ni a favor ni en contra de que el señor Caballero y Góngora haya persuadido a las autoridades (Virrey, Real Audiencia, etc) respecto de las capitulaciones. Luego no se puede declarar expresamente su inocencia pero tampoco su culpabildiad por la violación de las mismas. O mejor, es inocente por falta de pruebas en su contra.
[3]Capitulación décimo sexta: “Que habiendo sido causa motiva de los circulares disgustos de este Nuevo Reino…, la imprudencial conducta de los visitadores, pues quisieron sacar jugo de la sequedad y aterrar hasta el extremo con su despótica conducta…. Que sea don Juan Francisco Gutierrez de Piñerez visitador de esta real audiencia, extrañado de todo este Reino para los dominos de España...”
Capitulación décimo séptima: “…que quienes ejerzan este empleo deban ser criollos nacidos en este Reino…” Capitulación vigésima segunda: “Que en los empleos de primera, segunda y tercera plana, hayan de ser antepuestos y privilegiados los nacionales de esta América a los europeos, por cuanto diariamente manifiestan antipatía que contra las gentes de acá conservan, sin que baste a conciliarles correspondida voluntad, pues están creyendo ignorantemente que ellos son los amos y los americanos todos sin excepción sus inferiores criados…”

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