Antonino Bernales
El rio Magdalena anda como la luna, / lento por el planeta de hojas verdes, / un ave roja aúlla, zumba el sonido/ de viejas alas negras, las riberas/ tiñen el transcurrir de aguas y de aguas.
Todo es el río, toda vida es río, / y Antonino Bernales era río.
Pescador, carpintero, boga, aguja/ de red, clavo para las tablas, / martillo y canto, todo era Antonino / mientras el Magdalena como la luna lenta/ arrastraba el caudal de las vidas del río.
Más alto en Bogota, llamas, incendio, / sangre, se oye decir, no esta bien claro/ Gaitán ha muerto. Entre las horas/ como un chacal la risa de Laureano/ azuza las hogueras, un temblor/ de pueblo como un escalofrío/ recorre el Magdalena.
Es Antonino Bernales el culpable.
No se movió de supequeña choza.
Pasó durmiendo aquellos días.
Peor los abogados lo decretan.
Enrique Santos quiere sangre.
Todos se unen bajo las levitas.
Antonino Bernales ha caído
Asesinado en la venganza, / cayó abriendo los brazos en el río, / volvió a su río como al agua madre.
El Magdalena lleva al mar su cuerpo / y del mar a otros ríos, a otras aguas/ y a otros mares y a otros pequeños ríos/ girando alrededor de la tierra.
Otra vez/ entra en el Magdalena, son las márgenes/ que él ama, abre los brazos de agua roja, / pasa entre sombras, entre luz espesa, / y otra vez sigue su camino de agua.
Antonino Bernales, nadie puede/ distinguirte en el cauce, yo si, yo te/ recuerdo/ y oigo arrastrar tu nombre que no puede / morir, y que envuelve la tierra, / apenas nombre, entre los nombres,/ pueblo.[1]
Leer también: 9 de abril, Laureano Gomez Castro, la violencia
[1] Antonino Bernales (Pescador, Colombia), poema de Pablo Neruda, que hace parte del Canto General ,Editorial Bruguera S. A., 1980, Barcelona, páginas 257-258.
Todo es el río, toda vida es río, / y Antonino Bernales era río.
Pescador, carpintero, boga, aguja/ de red, clavo para las tablas, / martillo y canto, todo era Antonino / mientras el Magdalena como la luna lenta/ arrastraba el caudal de las vidas del río.
Más alto en Bogota, llamas, incendio, / sangre, se oye decir, no esta bien claro/ Gaitán ha muerto. Entre las horas/ como un chacal la risa de Laureano/ azuza las hogueras, un temblor/ de pueblo como un escalofrío/ recorre el Magdalena.
Es Antonino Bernales el culpable.
No se movió de supequeña choza.
Pasó durmiendo aquellos días.
Peor los abogados lo decretan.
Enrique Santos quiere sangre.
Todos se unen bajo las levitas.
Antonino Bernales ha caído
Asesinado en la venganza, / cayó abriendo los brazos en el río, / volvió a su río como al agua madre.
El Magdalena lleva al mar su cuerpo / y del mar a otros ríos, a otras aguas/ y a otros mares y a otros pequeños ríos/ girando alrededor de la tierra.
Otra vez/ entra en el Magdalena, son las márgenes/ que él ama, abre los brazos de agua roja, / pasa entre sombras, entre luz espesa, / y otra vez sigue su camino de agua.
Antonino Bernales, nadie puede/ distinguirte en el cauce, yo si, yo te/ recuerdo/ y oigo arrastrar tu nombre que no puede / morir, y que envuelve la tierra, / apenas nombre, entre los nombres,/ pueblo.[1]
Leer también: 9 de abril, Laureano Gomez Castro, la violencia
[1] Antonino Bernales (Pescador, Colombia), poema de Pablo Neruda, que hace parte del Canto General ,Editorial Bruguera S. A., 1980, Barcelona, páginas 257-258.
Comentarios
Publicar un comentario