Animismo

Sobre el animismo hay un par de lecturas que nos darán luces al respecto de su significado:
«ANIMISMO significa, en general, la creencia de que todo está animado y vivificado, de que los objetos de la Naturaleza son, en su singularidad y en su totalidad, seres animados.
Este animismo coexiste en los pueblos primitivos con el antropomorfismo, por el cual la animación de todos los seres es concebida en analogía con la del hombre. Según Edward Burnett Tylor (1832-1917), el animismo es, en términos generales, la doctrina de los seres espirituales en tanto que abarca la misma esencia de una filosofía espiritualista opuesta a toda filosofía materialista. 'Animismo' sería entonces un término con el cual se designaría toda doctrina de índole espiritualista. Ahora bien, el animismo se divide, según Tylor, en dos grandes dogmas, que forman parte de una sola doctrina consistente: el primero se refiere a las almas de criaturas individuales, capaces de poseer una existencia continuada después de la muerte o de la destrucción del cuerpo; el segundo concierne a los espíritus que poseen el rango de divinidades poderosas (Cfr. Primitive Culture, 1873). Sin embargo, el hecho de que el animismo equivalga en gran parte a la doctrina de que el alma es, en todos los sentidos, el verdadero principio vital, no quiere decir que sea enteramente identificable con tal doctrina. Pues el animismo puede entenderse también en otros dos sentidos: o lo anímico es principio de lo orgánico en tanto que sujeto material, o representa su principio bajo la forma de la causa final de todos los movimientos corporales. En este último sentido el animismo equivale al vitalismo, tal como ha sido defendido por Hans Driesch en su teoría de la "causalidad entelequial" y en su doctrina de la entelequia orgánica, así como a la psicología "hórmica" y teleológica de William Mc Dougall, quien llama precisamente animismo a su propia teoría psicológica.
Mas esta causa final tiende entonces a dejar de ser meramente una instancia ejemplar, una atracción, para convertirse en un verdadero y real principio activo. Es obvio, de todos modos, que el término 'animismo' resulta para esta concepción demasiado vago y convendría evitarlo, ya sea para concentrarlo en su primera significación antropológica, ya fuese para aplicarlo a toda doctrina según la cual el alma, o una realidad análoga a ella, constituye el principio de la actividad de todos los seres, y no solamente de todos los cuerpos orgánicos, sino también, por ejemplo, de los propios astros, y aun del universo concebido como unidad. En este sentido pueden calificarse de animistas las doctrinas antiguas y renacentistas[1] que sostienen la existencia de un Alma del Mundo.»[2]

Animismo/ animatismo. « En general, es la creencia que atribuye vida, intencionalidad, voluntad o sentimientos parecidos a los del hombre a todos los objetos de la naturaleza. En este sentido el animismo es una forma de antropocentrismo. Esta forma de animismo se conoce también como animatismo. Edward Burnett Tylor, etnólogo y antropólogo inglés (1832-1917), ha sido el más importante estudioso del animismo. En su obra Primitive Culture (1871) sostuvo la tesis según la cual todas las formas más primitivas de religión se basan en la creencia en seres espirituales personales que animan la naturaleza. Según Tylor, las religiones se han desarrollado de una forma evolucionista de modo que, a partir del animismo, pasarían por el culto de objetos, manes, ancestros, fetiches e ídolos, al politeísmo y, finalmente, al monoteísmo. A su vez, el origen de estas creencias se halla, según Tylor, en razonamientos y analogías basadas en la extrañeza producida por los sueños, fantasías, visiones, alucinaciones, etc., por los que se llega a la creencia en la existencia de seres semejantes a los humanos, pero de naturaleza distinta. No obstante, las observaciones científicas elaboradas por la antropología cultural no han permitido confirmar esta hipótesis, de modo que, en la actualidad, no se admiten las tesis de Tylor sobre la génesis de la religión. No obstante, el término animismo se sigue usando para designar aquellas creencias que consideran todas las formas de la vida como manifestaciones de potencias tales como genios, almas, espíritus o deidades que animan el universo. Van der Leew (Fenomenología de la religión) considera el animismo como una variedad específica de una creencia más general, el dinamismo, es decir, como una manifestación de la creencia según la cual el mundo está determinado por alguna forma de poder externa al mundo mismo. En psicología, Jean Piaget (La representación del mundo en el niño) da el mismo nombre a un rasgo del periodo preoperatorio del desarrollo de la inteligencia, que se caracteriza por el hecho de que los niños atribuyen a las cosas (la luna, las nubes, etc.) conciencia e intencionalidad. Freud también considera la fase narcisista del desarrollo psico-sexual como fase animista. Por otra parte, y en el sentido más general del término, las doctrinas antiguas y renacentistas que afirman la existencia de un alma del mundo también pueden considerarse animistas. Desde que Robert Marett distinguiera entre la teoría estrictamente animista de Tylor y las creencias que atribuyen propiedades vitales a rocas, vasijas, tormentas, volcanes y montañas, la antropología cultural contemporánea (ver referencia) distingue entre animismo y animatismo, considerando el animismo simplemente como la creencia en seres personalizados pero incorpóreos, tales como almas, espíritus o dioses, y definiendo el animatismo como la atribución de conciencia y poderes humanos a los objetos inanimados. La concentración de una fuerza animatista en un objeto, un animal, un lugar o en una persona, puede dotarlos de poderes extraordinarios, independiente del poder emanado de las almas y de los dioses. Este poder se conoce con el nombre de maná.»[3]Véase también, animism (en inglés)
[1] Véase renacimiento.
[2] Ferrater Mora José. Diccionario de Filosofía. Editorial suramericana Buenos Aires. Quinta Edición 1964.
[3] Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

Comentarios

  1. afirmo, repito, y sostengo lo que ya comente, en el otro blog, saludotess!!!

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