La violencia en Colombia
La violencia en Colombia.De acuerdo con la postura ideológica de quien la interprete, puede ser un conflicto bipartidista plano y escueto, alimentado por generaciones revanchistas y hegemonías que acentuaban los odios y avivaban la llama de la represión. O puede ser la resistencia campesina a la modernización capitalista, voraz y avasallante. O quizás el inicio de un revolcón social que jalona hacia mejores condiciones para los menos favorecidos. Lo más seguro es que todos esos pronunciamientos, concatenados, y entendidos como una derivación de los conflictos agrarios de los 30, son todos ciertos[1].
Se pueden rastrear antecedentes importantes de este colapso institucional desde fines del gobierno de Abadía Méndez (tiempo en el cual se fermentó la crisis), pasando por el Gobierno de Olaya Herrera. O bien, mirar un tanto miopemente tan solo hasta el año de mandato de Alberto Lleras Camargo en 1945.De todas maneras, el determinante de los dos primeros gobiernos oficiales durante la violencia (1946-1953), consistió en el terrorismo oficial, que generalizado a nivel rural como una cruzada antiliberal y anticomunista, ambicionaba cercenar las aspiraciones democráticas del campesinado[2].
Es obvio que ningún líder importante de cobertura nacional visionó la realidad sociopolítica de los Departamentos; sencillamente se creía que la prioridad era armarse, cerrar filas en torno a unos postulados y “acabar con el enemigo”. Otro factor ponderante de primer orden fue la represión contra los protestantes por parte de conservadores pro católicos, añadiendo violencia religiosa a la violencia política[3].
Según Ignacio Torres Giraldo, desde el 47 los “magos” de la “unión Nacional” acuartelados en El Siglo, hacían sus balances de prueba luego de cada elección. En marzo, elección parlamentaria ganada por el liberalismo pero la votación conservadora ha crecido ostensiblemente. En Octubre del mismo año, elecciones de Concejos Municipales, que vuelve a perder el conservatismo, pero los márgenes porcentuales se reducen frente al liberalismo…todo apuntaba a que de seguir la parafernalia institucional conservadora, en las elecciones de 1950 ellos deberían ganarla. En eso se resumiría según Torres Giraldo el Plan de La Violencia[4].
En las otras confrontaciones internas, los caudillos liberales se apersonaban de las tropas y marchaban al frente de batalla; en tiempos de coerción, con un poder central robustecido, se limitaban a crear descontento, incitar a sus seguidores a la rebeldía y refugiarse en las capitales, dejando grupos amorfos y localistas en los escenarios.A lo anterior sumémosle el temor generalizado al “avance comunista” generalizado en el mundo occidental al término de la segunda guerra mundial, así como la procura de un “chivo expiatorio” a quien culpar de los desmanes y larguezas de las partes.
[1]LEGRAND, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950, Universidad nacional de Colombia 1988, página 220
[2] SANCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos.: El caso de la violencia en Colombia. Bogotá 1983, página 38
[3]RAMSEY, Russel. Guerrilleros y soldados, Tercer mundo editores segunda edición, 2000, páginas 155-161
[4]TORRES Giraldo, Ignacio. Los Inconformes, historia de la rebeldía de masas en Colombia, editorial margen izquierdo 1974, páginas 281-282
Se pueden rastrear antecedentes importantes de este colapso institucional desde fines del gobierno de Abadía Méndez (tiempo en el cual se fermentó la crisis), pasando por el Gobierno de Olaya Herrera. O bien, mirar un tanto miopemente tan solo hasta el año de mandato de Alberto Lleras Camargo en 1945.De todas maneras, el determinante de los dos primeros gobiernos oficiales durante la violencia (1946-1953), consistió en el terrorismo oficial, que generalizado a nivel rural como una cruzada antiliberal y anticomunista, ambicionaba cercenar las aspiraciones democráticas del campesinado[2].
Es obvio que ningún líder importante de cobertura nacional visionó la realidad sociopolítica de los Departamentos; sencillamente se creía que la prioridad era armarse, cerrar filas en torno a unos postulados y “acabar con el enemigo”. Otro factor ponderante de primer orden fue la represión contra los protestantes por parte de conservadores pro católicos, añadiendo violencia religiosa a la violencia política[3].
Según Ignacio Torres Giraldo, desde el 47 los “magos” de la “unión Nacional” acuartelados en El Siglo, hacían sus balances de prueba luego de cada elección. En marzo, elección parlamentaria ganada por el liberalismo pero la votación conservadora ha crecido ostensiblemente. En Octubre del mismo año, elecciones de Concejos Municipales, que vuelve a perder el conservatismo, pero los márgenes porcentuales se reducen frente al liberalismo…todo apuntaba a que de seguir la parafernalia institucional conservadora, en las elecciones de 1950 ellos deberían ganarla. En eso se resumiría según Torres Giraldo el Plan de La Violencia[4].
En las otras confrontaciones internas, los caudillos liberales se apersonaban de las tropas y marchaban al frente de batalla; en tiempos de coerción, con un poder central robustecido, se limitaban a crear descontento, incitar a sus seguidores a la rebeldía y refugiarse en las capitales, dejando grupos amorfos y localistas en los escenarios.A lo anterior sumémosle el temor generalizado al “avance comunista” generalizado en el mundo occidental al término de la segunda guerra mundial, así como la procura de un “chivo expiatorio” a quien culpar de los desmanes y larguezas de las partes.
[1]LEGRAND, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950, Universidad nacional de Colombia 1988, página 220
[2] SANCHEZ, Gonzalo y MEERTENS, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos.: El caso de la violencia en Colombia. Bogotá 1983, página 38
[3]RAMSEY, Russel. Guerrilleros y soldados, Tercer mundo editores segunda edición, 2000, páginas 155-161
[4]TORRES Giraldo, Ignacio. Los Inconformes, historia de la rebeldía de masas en Colombia, editorial margen izquierdo 1974, páginas 281-282
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